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Ruta modernista en Comillas

Ubicada entre San Vicente de la Barquera y Santillana del Mar, la de Comillas es una villa universitaria de enorme interés, tanto paisajístico como cultural. Pero es que además fue campo de experimentación del modernismo catalán...

Para los viajeros por Cantabria, Comillas es un lugar a todas luces fascinante. Situada a medio centenar de kilómetros de Santander, esta villa posee una combinación infalible: entorno natural envidiable y herencia arquitectónica de ensueño. No en vano, su ruta modernista es de las más destacables que existen fuera de la región catalana.

Figuras como los arquitectos Antonio Gaudí, Lluís Domènech i Montaner y Joan Martorell, o el escultor Josep Llimona, fueron quienes dejaron la impronta de aquel estilo en la pequeña localidad, que utilizaron como villa experimental para crear sus primeras obras.

  • El Capricho de Gaudí es casa de verano, y emblema de la imaginación extrema del genio catalán. Se dice que es aquí, en la villa construida por encargo del indiano Máximo Díaz de Quijano en 1883, donde el arquitecto empieza a configurar su estética, ese mejunje increíble de estilo mudéjar, orientalismo y rastros del medievo. Una fantasía arquitectónica que levanta torres y minaretes, así como vidrieras ilustradas con libélulas y gorriones… y compuesta por infinidad de detalles no exentos de pragmatismo; el artista fue visionario en la preocupación por la luz solar y su aprovechamiento en habitaciones de interior, inspirándose en los girasoles. Pero es que el sello de Gaudí se encuentra igualmente en la capilla-panteón de los marqueses de Comillas (Antonio López y López y Luisa Bru y Lassús), adyacente a la residencia de aquéllos, el Palacio de Sobrellano.
  • El Cementerio de Comillas, proyectado sobre las ruinas de un antiguo templo gótico por Domènech i Montaner en 1893. Sus evocadoras ruinas, junto a la soberbia escultura del Ángel Exterminador (obra de Llimona que representa el concepto de destrucción descrito en el Apocalipsis), lo convierten en un camposanto de gran encanto y misterio. Su fachada es Bien de Interés Cultural desde 1983.

  • Comillas es un buen ejemplo de cómo el dinero de los emigrantes que volvían de América Latina -los llamados indianos- contribuiría al alza del modernismo en sus edificios. Dirigida por los jesuitas, la Universidad Pontificia de Comillas (1883) fue la “aportación pía” de su patrocinador, el citado marqués de Comillas. Martorell fue quien recibió el encargo de diseñarla, mientras que Domènech i Montaner asumió la decoración, sin escatimar en audacia. El eclecticismo gótico-mudéjar y el extraordinario ornamento modernista huía de la severidad que poseía el edificio original.

  • La Puerta de Moro (1900), perteneciente a la residencia del mismo nombre y diseño de Gaudí, con sus superficiles y volúmenes ondulados y curvos, presenta tres vanos: uno para los carruajes, otro para las personas, y otros ¡para los pájaros! Una delicia.

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