En esta ocasión nos centraremos en los aspectos técnicos de una carretera fundamental para generaciones y generaciones de madrileños. E histórica para los fans de Nino Bravo. En uno de sus tramos se dejó la vida.
A 31 de diciembre de 2019, la red de carreteras de España tenía 165.445 kilómetros, gestionados por distintas administraciones a nivel nacional, regional y local. La primera red radial surgió en el siglo XVI, una vez elegida Madrid como capital de la Monarquía Hispánica; ya en el siglo XVIII, con los Borbones en el poder, se consolidaría esta red con la pavimentación de los caminos, financiados a costa del erario público. Carlos III tuvo mucho que ver con ello.
Hay que pensar que, al estrenar el siglo XX, 36.000 eran los kilómetros que tenía el país. Había pocos coches: la mayor parte de los vehículos que por ahí transitaban no eran motorizados. Hablamos de carros, carretas, caballería… pasamos de tres vehículos motorizados en 1900 a cerca de nueve millones en 1980. Sin duda, el pasado siglo fue el siglo del motor.
La N-III: un puente de asfalto entre madrileños y valencianos
En la historia de esta red radial hay una carretera legendaria: la N-III (o N-3, en la nomenclatura actual), conocida a nivel popular como Carretera de Valencia. Una carretera que unía a madrileños y valencianos a lo largo de 352 kilómetros, y que para los primeros suponía, sobre todo, el camino hacia la playa, las vacaciones, y el alejamiento del ajetreo capitalino.
Una carretera que sería desdoblada, en su mayor parte, y reconvertida en la llamada Autovía del Este -la A-3, que en 1998 acortó las distancias entre la capital y Valencia a tres horas-, si bien aún conserva algunos tramos como carretera independiente (Honrubia, Requena), así como en tramos menores. Aunque la construcción de la A-3 se llevaría por delante a no pocas poblaciones que vivían de la N-3, repartidas entre Madrid, Cuenca y Valencia.
En los años setenta, salvo en determinados tramos, era considerada una de las carreteras mejor trazadas en nuestro país. La década siguiente supondría una variación de su trazado, debido al aumento del tráfico rodado; mejorando, entre otras cosas, sus peligrosas curvas.
El puerto de Contreras, o cuestas de Contreras
En los años setenta, salvo en determinados tramos, era considerada una de las carreteras mejor trazadas en nuestro país. La década siguiente supondría una variación de su trazado, debido al aumento del tráfico rodado; mejorando, entre otras cosas, sus peligrosas curvas.
Está considerado uno de los pasos más difíciles para la conducción de la N-3. Situado en la frontera entre Valencia y Cuenca, con el río Cabriel como límite, supuso un quebradero de cabeza para la ingeniería de caminos de diferentes épocas. Curvas, puentes y túneles han sido utilizados para salvar la complicada orografía. El primer proyecto del paso, construido por Lucio del Valle en 1853 (en la primitiva carretera Madrid-Valencia, precursora de la N-III) está considerado un ejemplo valiosísimo dentro de las obras realizadas en la era previa al automóvil.
Aunque es el tramo donde murió el cantante Nino Bravo el punto negro más conocido de la N-3, es preciso señalar que la zona del Cabriel fue particularmente mortífera, dejando un reguero de 334 personas fallecidas entre 1988 y 1998.
Ruta del bakalao, escenario de películas -el Hotel Claridge, abandonado-, paradas obligatorias como Motilla del Palancar, como explica este reportaje de Castilla-La Mancha Media… la N-3 dio para mucho. Tanto que sus defensores y cronistas han llegado a publicar un blog, con abundante información (como el citado reportaje, entre otros documentos), para reivindicar su estatus de carretera histórica. Que sin duda, posee.