Si el Paleolítico superior fue, eso mismo, tan superior (el paleontólogo Juan Luis Arsuaga dixit), ¿por qué no conocer sus manifestaciones artísticas? Esta ruta por el norte está repleta de hitos del arte rupestre. Es hora de conocerlos.
Al norte del norte nos vamos. Lo hacemos para reencontrarnos con nuestros parientes más antiguos, a lo largo de 632 kilómetros por la cornisa cantábrica. Jordi Canal-Soler, escritor y viajero, incluye esta ruta que nos ocupa en su arcón particular (“Joyas culturales europeas. 30 rutas imprescindibles en coche”, editado por Alhena Media y My Way Rutas en coche), junto a otros itinerarios bien interesantes por Grecia, Polonia, Malta, Escandinavia…
Nos referimos a una ruta por la cornisa cantábrica para profundizar en una de las huellas pictóricas más fascinantes que nos han dejado: las del arte rupestre del Paleolítico superior, “la edad de oro de la especie humana”, según el sabio paleontólogo Juan Luis Arsuaga. Murales anónimos donde nuestros antepasados comenzaron a hacer algo tan humano como expresarse.
Arsuaga se refirió al esplendor de este período humano en una entrevista concedida al Diario de León en 2005: “Fue la época en la que los humanos eran espléndidos. Lo sabemos por sus restos. Conocían bien la naturaleza, tenían un gran sentido de la estética y se sentían importantes: eran los príncipes del bosque y de la estepa”.
Ruta rupestre con Altamira como centro de arte clave
Hace nada hablábamos de Zarauz como clásico del veraneo. Pues bien, desde tierras guipuzcoanas partimos precisamente para iniciar el camino entre cueva y cueva. Cueva de Altxerri, Cueva de Covalanas, Cueva de La Garma, Cueva de Altamira, Cueva de El Pindal, Cueva de Candamo… 18 son las cuevas reconocidas por la UNESCO, desde 2008, como Patrimonio Mundial (a excepción de Altamira, que disfruta de ese título desde 1985).
Volviendo al libro de Canal-Soler, el autor ha seleccionado las siguientes:
- Cuevas de Altxerri (Golfo de Vizcaya), donde se encuentra una de las pinturas más grandes del arte paleolítico: un descomunal bisonte de ocre rojo de cuatro metros de largo y dos de alto.
- Cueva de La Garma (Monte de La Garma, Omoño), cueva kárstica, es un importante yacimiento paleolítico. No solamente nos encontramos con representaciones grabadas, sino que se conservan igualmente restos de animales, utensilios y enterramientos humanos.
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Cueva de El Castillo (Puente Viesgo), contiene evidencia de ocupaciones humanas desde hace, al menos, 150.000 años. Recordamos en este punto que es deseable, tanto para visitar esta cueva como otras, reservar con antelación (en su web).
- Cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria), el icono del arte rupestre paleolítico, es un formidable ejemplo del espíritu creador humano desde tiempos muy remotos. En la web del Museo de Altamira lo sintetizan así: “Las técnicas artísticas (dibujo, pintura, grabado), el tratamiento de la forma y el aprovechamiento del soporte, los grandes formatos y la tridimensionalidad, el naturalismo, la abstracción y el simbolismo, todo está ya en Altamira”.
- Cueva de Tito Bustillo (Ribadesella), asturiana, como La Covaciella o La Peña de Candamo, es otro de los conjuntos rupestres del arte durante el Paleolítico superior. Aquí los animales superan a los signos: cérvidos, caballos, renos, cabras, bisontes…, sobre todo en la época magdaleniense, una de las fases paleolíticas más ricas a nivel cultural.